Lo que motivó la realización de este trabajo fue el interés por compartir mi propia experiencia, y contar como con Eutonía pude liberarme de los “ataques de pánico”.
Desde mi adolescencia, en ciertas situaciones y en forma inesperada mi cuerpo reaccionaba con una serie de manifestaciones tales como taquicardia, sudoración, sensación de ahogo, adormecimiento en algunas partes del cuerpo, que producían en mí un estado de angustia y confusión emocional a tal punto que temía perder el control, volverme loca o morir de un ataque cardíaco. Esto me paralizaba de tal manera que no quería salir de casa ni relacionarme con las personas, o viajar, entre otras cosas, trayendo como consecuencia el aislamiento, la soledad, la depresión.
Desde la primera vez que esto me ocurrió quise saber el por qué, quería entender lo que me estaba sucediendo, de una cosa estaba segura; iba a hacer todo lo que estuviera a mi alcance para dejar de padecerlo.
Esto comenzó antes de cumplir 18 años, antes de dormir me gustaba leer algún libro y recuerdo que esa noche era uno de anatomía, el que nos daban en el secundario, casualidad o causalidad al apagar la luz comencé a sentir que mi corazón latía cada vez mas rápido, algo desconocido para mí hasta ese momento, me asusté mucho y empecé a llamar a mi madre para que viniera a hacerme compañía, no solo fue un susto si no que quedé traumada por muchísimos años, primero no quería que llegara la noche, y después se fue ampliando el pánico hasta para salir a la calle. Deben haber pasado cerca de 3 años en esta situación, un calvario realmente, hasta que sentí que necesitaba ayuda terapéutica porque no se podía vivir de esa manera. A partir de allí comenzaría, sin saberlo, el camino a lo que hoy es mi profesión.
En la búsqueda de ayuda experimenté técnicas y terapias de diferentes corrientes psicológicas, que no me dieron la respuesta esperada pero que sin duda sirvieron como punto de partida y de acompañamiento en este camino hacia el autoconocimiento.
Muchos años de psicoanálisis, individual, grupal, psicodrama, sesiones prolongadas, distintos terapeutas, en fin, igual sentía que algo estaba faltando, era mucha palabra, y más palabras, tenía la cabeza llena de palabras, pero no bastaban para tocar la cuerda necesaria, con lo cual seguía desafinada.
Por esos años, 1970, no existía la denominación “ataques de pánico”, una mujer, más que un varón, era histérica y/o hipocondríaca/o, y por eso no le daban importancia, la “ninguneaban” como suele decirse ahora, sin pensar que del otro lado la angustia y el sufrimiento eran desesperantes.
Mientras continuaba con esta terapia comencé a hacer expresión corporal, creía que incluyendo el cuerpo iba a resultar, porqué era allí donde se manifestaban los síntomas. Pasaría un tiempo en el que me iba a dar cuenta que igual seguían separados mente y cuerpo, o que todavía no los podía integrar. Así fueron otros tantos años de trabajo corporal por un lado y psicoanálisis por el otro. Se me ocurrió que tal vez estudiando, desde la teoría, podría entender más lo que me ocurría, entonces comencé la carrera de Psicóloga Social, y ese mismo año la carrera de Coordinadora de Trabajo Corporal, al terminar éstas comencé la carrera de Terapeuta Corporal. No fue nada fácil, ya que cada vez que tenía que salir de casa me automedicaba una hora antes, así, de esa manera sentía que con la medicación podía ir a estudiar a estar con otros, a tener vida social, eso también fue claro para mí desde siempre; esto no me iba a paralizar, contra viento y marea iba a salir adelante. Sé que esto no es lo que comúnmente les sucede a las personas que sufren de ataques de pánico, generalmente se recluyen, se paralizan, la mente tiende trampas, a veces y a menudo muy difíciles de esquivar, pero en mi caso y como siempre fui rebelde esto no me iba a vencer.
Así llegué a la Eutonía , primero tome clases grupales por mucho tiempo y luego decidí hacer la formación de eutonista. Al ir incorporando los conocimientos teórico-prácticos y “vivir” su pedagogía sentía que había, por fin, encontrado lo que tanto había buscado. Comenzaba a tener mas claro lo que sucedía cuando esos ataques irrumpían, y así fue que al tener más conciencia de mi cuerpo, iban desapareciendo los miedos y los síntomas.
Seguramente que esto tuvo sus raíces en mi mas temprana edad y antes también, y que pudieron ser muchos factores que lo han desencadenado, pero si sumamos todo lo que se acumula en la edad en que no podemos manifestarnos, y mientras vamos creciendo reprimimos, ya sea por imitación, educación etc., creo que la conclusión es obvia , hemos hecho stock de emociones guardadas y ellas han hecho estragos con nuestro organismo.
Entendí, que “somos psicosomáticos”; las experiencias psicológicas y/o físicas quedan impresas en la estructura y en la memoria del cuerpo, esto es lo que sostienen tanto la teoría somatopsíquica que dice que el estado del cuerpo afecta al funcionamiento emocional, intelectual y reflexivo, a la conciencia y a todas las actividades psicosociales del individuo y por ende los influencia, como la teoría psicosomática que encara al individuo como un todo en el que el psiquismo y el cuerpo mantienen estrechas relaciones, ambas opinan que las emociones y los diversos procesos psicológicos afectan a las funciones físicas del cuerpo.
La enfermedad es un modo de expresión del individuo, son sentimientos ocultos, y si hablamos de sentimientos no podemos dejar de hablar de las emociones, causantes principales de la manera en que nos enfermamos o nos curamos, de nuestro diario vivir, de nuestra forma de ser, de nuestro comportamiento y nuestro carácter.
Mi organismo no estaba mal, o enfermo realmente, pero la “fantasía de estar enferma” era tan fuerte; tan poderosa que obnubilaba mi razón, creía estar enferma; con las fobias y los miedos no hay racionalización posible, pero también es cierto que cuando aparecen habría que poder desconfiar de ellos, como si dijeramos “la mente me esta jugando una mala pasada, esto no es real”, ojala fuera así de fácil, yo repetía constantemente que quería curarme, fue un arduo y largo trabajo para lograr que mi mente estuviera en sintonía con mi cuerpo.
Se trata entonces de no contemplar solo los síntomas de la enfermedad, sino a la totalidad del ser y reconocer la íntima relación entre cuerpo, mente y espíritu.
Wallon dice que la emoción es la acción más confusa, más desordenada, más subversiva de nuestras relaciones con el medio, que en la emoción quedan aglomerados los restos de comportamientos anteriores, y de la estrecha dependencia de la emoción a todo el sistema postural, reacciones tónicas de los músculos y de las vísceras, reacciones vegetativas y glandulares.
La emoción cualquiera que sea su matiz, tiene siempre por condición fundamental variaciones en el tono de los miembros y de la vida orgánica, aquí es donde la Eutonía hace aparición, y de como es posible llegar a la salud ampliando la mirada y la comprensión de ciertas enfermedades y de esta forma encontrando un camino para detectar los posibles orígenes.
¿Puede la eutonía llegar hasta el conflicto psíquico y curarlo?, en mi caso sí,
al practicar la eutonía el desarrollo de la sensibilidad profunda y superficial tiene influencia sobre los procesos involuntarios que regulan el tono muscular y las funciones vegetativas, en el nivel físico lleva a percibir el funcionamiento orgánico, el conocimiento de las leyes biológicas y como éstas funcionan en cada uno de nosotros, y a nivel psicológico lleva a la persona al contacto consigo misma.
Con Eutonía aprendí a percibir y percibirme, a identificar un dolor, a tomar conciencia de mis necesidades, reacciones ante situaciones de estrés, hábitos posturales, etc., observando atenta y minuciosamente los procesos corporales, integrando los aspectos físicos y psíquicos, pude aprender a distinguir la imaginación de la sensación real sin que la fantasía de enfermedad gane la batalla.
Eutonía es haber encontrado el equilibrio entre la conciencia de las sensaciones internas y la apertura hacia el mundo externo, fue, es y seguirá siendo mi camino al autoconocimiento, mi filosofía de vida.
Silvia Rodriguez Boero
Silvia Rodriguez Boero
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