"Cuando tu deseo de sanar sea más fuerte que tus miedos, entenderás que estás preparado para comenzar este viaje hacia adentro"
Bioexistencia Consciente- Un Camino de Consciencia
Descubre de dónde provienes y cuántas cosas tienes en común con el resto del mundo
Viajar abre la mente… y el mundo.
Al viajar nos adentramos en otras culturas y costumbres. Vivir estas nuevas experiencias nos ayuda a romper las barreras que existen hoy en día… esas barreras que nos llevan a pensar que hay más cosas que nos dividen de las que nos unen. Si dejas a un lado las vistas, los sonidos y los olores del país al que viajas, verás que tienes muchas más cosas en común con ese sitio nuevo de lo que pensabas. De hecho, nuestra procedencia es mucho más diversa de lo que creemos y tenemos mucho más en común con otros países de lo que nos hubiésemos imaginado.
¿Por qué debes descubrir de dónde procedes?
Gracias a una encuesta independiente realizada a 7,292 personas de 18 países hemos averiguado que más de la mitad cree que si la gente viajara más habría menos intolerancia en el mundo. Además el 75 % de los encuestados defiende que viajar les ha dado una visión más positiva acerca de la diversidad y de las diferencias. momondo se fundó basándose en la idea de que todos deberíamos poder viajar por el mundo, vivir nuevas experiencias y conocer otra gente, culturas y religiones. Al viajar alimentamos la curiosidad natural que nos lleva a descubrir nuevos lugares, probar nuevas formas de hacer las cosas y ver el mundo de otra manera, porque cuando nos adentramos en lo desconocido, vemos el mundo con otros ojos. Te animamos a que descubras nuevos destinos y que cambies tu forma de viajar siguiendo estos cinco pasos:
1. Baja tu guardia
Viajar se basa en exponerte a nuevas experiencias. Abre tu mente e intenta no hacer juicios de valor. Y recuerda, la diferencia es recíproca: tú eres tan diferente para una persona de otra cultura como esa persona lo es para ti.
2. Habla con desconocidos
No solo con el personal del hotel. Un desconocido es simplemente un amigo que aún no has conocido. Y una pregunta trivial puede convertirse en una bonita conversación.
3. ¡Dí sí!
Lo importante es el viaje, no el destino. “Sí” es la palabra clave para vivir nuevas experiencias. “Sí, me he perdido”. “Sí, me encantaría bailar”. “Sí, puedes sentarte aquí…”
4. Stay curious
Ten el valor de hacer algo por primera vez. Viajar implica derribar barreras, incluso aquellas que te has autoimpuesto. La curiosidad es la clave para abrir tu mente, y el mundo.
5. Comparte
Si te enfrentas al mundo con una mente abierta puedes animar a que otros también lo hagan. Deja que tus amigos y tu familia descubran la bondad y la belleza del mundo a través de tus ojos.
Y un dia pararon las mujeres Y las puertas de las escuelas quedaron vacías. Los niños y las niñas no supieron volver a sus casas. Los platos quedaron con restos de comida de la noche anterior. Las hornallas apagadas. Cientos de miles de hombres con sus camisas arrugadas Los cuerpos de los ancianos y de las ancianas sucios y escarados,no tuvieron quien los bañe,quien los cure. Se produjo un silencio tal q sólo algunos pudieron oir el "sana sana colita de rana"...pero los q entienden de esto,aseguraron q no fue lo mismo. Las plazas se llenaron de hamacas sin movimientos. Inertes los sube y baja. Los panes quedaron enteros en sus canastos; sin manteca ni dulce q los acompañe. Las tizas dejaron de escribir. Nadie recordó las fechas de cumpleaños. No hubo quien anuncie que ya era la hora de comer. Las pesadillas no tuvieron eco en ningún abrazo. Las sillas en las fábricas quedaron vacías. Ese dia, no hubo ropa limpia para nadie. Y nadie encontró el par de medias nuevo. Los mostradores de los negocios del barrio no tuvieron quien despache. Los comedores en los barrios no tuvieron nada calentito para ofrecer. Nadie amaso torta frita. Y nadie organizó la cena de esa noche. Un dia las mujeres salieron a las calles. Cansadas de vivir atemorizadas. Hartas de callar. Un dia las mujeres pararon. Y gritaron al unísono "vivas nos queremos!". Y el mundo no dejo de girar. Pero a partir de ese dia, comenzó a girar distinto.
Mª Àngels Mestre padeció fibromialgia y salió de ella por sus propios méritos. Desde entonces se dedica a escribir sobre el tema y a aconsejar a pacientes de esa y de otras enfermedades crónicas.
-¿Qué es exactamente la fibromialgia?
-La fibromialgia es la enfermedad de las emociones no expresadas. Es fruto de un conflicto interno, lo hemos generado nosotros. El órgano más afectado es el hígado, depositario de las emociones contenidas según la Medicina Tradicional China. Él regula las fascias, musculatura, tendones, ligamentos, articulaciones, conductos de venas y arterias, y la vista. Este órgano es también el encargado de la desintoxicación de todos los tóxicos que nos enferman, tanto externos como internos.
-¿Cuáles son los síntomas más comunes?
-La fibromialgia tiene un gran abanico de síntomas, el principal es el dolor músculo-esquelético generalizado, con rigidez y fatiga, que viene acompañado por una disminución de la concentración y la memoria, insomnio, colon irritable, vejiga irritable, dolores de cabeza, ansiedad, síndrome de piernas inquietas, dolor torácico, fuertes y dolorosas menstruaciones, disminución de la visión, calambres, etc.
-¿Qué tipo de personas la padecen?
-Para tener salud y armonía tenemos que alinear el pensar, el sentir (emociones) y el actuar (acción/palabra). En la fibromialgia hay una mala gestión de los pensamientos y emociones, porque su energía no se libera en la acción o mediante la palabra. La acción se reprime y la energía del pensamiento y emoción se quedan bloqueadas en forma de tensión, que se manifiesta mediante dolor y una gran variedad de síntomas.
-¿Por qué se encuentran más casos en mujeres que en hombres?
-La mujer es más emocional y más práctica. Sus bloqueos son más emocionales, mientras que el hombre es más mental y teórico. Por otra parte, el factor que hace posible esta enfermedad es la represión. No hay duda de que, en nuestra sociedad, ya desde la infancia, la mujer está más sometida a represión que el hombre.
-¿De dónde procede esta enfermedad?
-Como todas las enfermedades, la fibromialgia es multifactorial, pero su origen se encuentra en los patrones culturales, familiares y sociales rígidos, que producen represión en la infancia. El niño copia estos patrones para sentirse querido, y se convierte en obediente y sumiso sin serlo, y empieza a desarrollar una falsa personalidad, apartándose de su esencia. Los defectos psico-emocionales que acompañan al enfermo son: el orgullo perfeccionista para sentirse valorado por el entorno y la ira contenida, una emoción que, si no se libera, es devastadora de la salud.
-¿Tiene algún tipo de cura o realmente es una enfermedad crónica?
-Se puede recuperar la salud si esta es nuestra voluntad, tenemos la información necesaria y estamos dispuestos a hacer cambios desde la globalidad del ser humano. Necesitamos una gran transformación de la manera de pensar, sentir y actuar, que generan una nueva persona sana, libre y feliz.
-¿Qué es la estimulación transcraneal?
-La estimulación transcraneal se basa en la producción de una corriente eléctrica en zonas del cerebro. Sabemos que la corriente eléctrica crea campos electromagnéticos, por lo que, desde mi punto de vista, no creo que en la fibromialgia sea lo más adecuado. Si queremos aumentar los neurotransmisores como la serotonina y melatonina, tenemos herramientas menos invasivas, como la alimentación, la primera medicina. Para aumentar el nivel de los neurotransmisores recomiendo las legumbres, que contienen triptófano, por ser un inductor de dichos neurotransmisores.
-¿Cómo se pueden mejorar los síntomas?
-Para sanar son necesarios los siguientes cambios: el cambio de actitud nos lleva a dejar de sentirnos víctimas para hacernos responsables, dejar de ser pasivas para ser activas, empezando a autogestionar la enfermedad como protagonistas mediante el empoderamiento. No esperemos que nos curen, es necesario algo de inconformismo y de rebeldía para tomar nuestras propias decisiones y dirigir nuestras vidas. También necesitamos un cambio de estilo de vida, simplificándola y dejando el estrés. Asimismo, es necesario sustituir los patrones establecidos por nuestra experiencia vivida y comprendida, que nos ayudará a decir “no” sin sentirnos culpables. Es fundamental el cambio de hábitos que nos perjudican, especialmente el de la alimentación, una alimentación que nos depure el hígado de tóxicos, entre ellos los de la medicación, que nos aporte energía, alcalinidad, que nos estimule el sistema inmune, y que sea antiinflamatoria y antioxidante.
-¿Esta es un tipo de enfermedad moderna?
-No. Las enfermedades nacen debido a los defectos psico-emocionales de la humanidad, pero aumentan y se agravan por el estilo de vida y la mala alimentación. Actualmente esta enfermedad se ha expandido debido a la autoexigencia que la mujer se ha autoimpuesto para llegar a todos los ámbitos que la vida moderna le muestra, como la profesión laboral, la familia, la casa, las relaciones sociales, etc. Todo ello, muchas veces, sin la posibilidad de dirigir su vida.
Una de las experiencias más duras que puedes tener como hija en la relación con tu madre es darte cuenta de que ella está inconscientemente involucrada en tu insignificancia. Ante este sentimiento, es verdaderamente desgarrador ver que, más allá de su propia herida, la persona que te dio a luz siente, inconscientemente, tu empoderamiento como una pérdida propia. En el fondo no es una tragedia personal, sino de nuestra cultura patriarcal, que dice a las mujeres que somos “menos que”. Todas deseamos ser auténticas, ser vistas tal como somos, ser aceptadas, y ser amadas por quien realmente somos. Es una necesidad humana. Lo cierto es que el proceso de convertirnos en nosotras mismas implica ser complicadas, fuertes, intensas, asertivas y complejas, cualidades que el patriarcado pinta como poco atractivas en una mujer.
Históricamente, nuestra cultura ha sido reacia a la idea de las mujeres como seres individuales. El patriarcado identifica a las mujeres atractivas como seres complacientes, que buscan ser aprobadas, cuidan las emociones, evitan el conflicto y toleran el maltrato. En cierta medida, las madres transmiten esta imagen a sus hijas, y hacen que inconscientemente se construyan una falso yo, a menudo a través de la máscara de “la rebelde”, “la solitaria” o “la niña buena”. El mensaje principal es “Para ser amada no debes crecer”. Sin embargo, las nuevas generaciones de mujeres tenemos el deseo de ser auténticas. Se podría decir que, con cada nueva generación, el patriarcado se debilita y el deseo de ser auténticas se va fortaleciendo entre las mujeres, de hecho, está empezando a ser urgente.
El anhelo de ser auténtica y la añoranza de la madre
Se trata de un dilema para las hijas criadas en el patriarcado. El anhelo de ser tú misma y el anhelo de ser cuidada, se convierten en necesidades que compiten entre sí, parece que tengamos que elegir entre una de las dos. Esto sucede porque tu empoderamiento está limitado en la medida en que tu madre ha internalizado las creencias patriarcales y espera que tú las acates. La presión de tu madre para que no crezcas depende principalmente de dos factores: 1) el grado en que ella haya internalizado las creencias patriarcales limitantes de su propia madre y 2) el alcance de sus propias carencias por estar divorciada de su yo verdadero. Estas dos cosas mutilan la capacidad de la madre de iniciar a su hija a su propia vida.
El costo de convertirte en tu ser auténtico a menudo implica cierto grado de “ruptura” con el linaje materno. Cuando esto sucede, se rompen los hilos patriarcales del linaje materno, algo esencial para una vida adulta sana y poderosa. Por lo general se manifiesta en alguna forma de dolor o conflicto con la madre. Las rupturas del linaje materno pueden adoptar diversas formas: desde conflictos y desacuerdos hasta distanciamiento y desarraigo. Es un viaje personal y es distinto para cada mujer. Básicamente, la ruptura sirve para la transformación y la sanación. Forma parte del impulso evolutivo del despertar femenino para empoderarse con más consciencia. Es el nacimiento de la “madre no patriarcal” y el comienzo de la verdadera libertad e individualización.
Por una parte, en las relaciones madre/hija más sanas, la ruptura puede provocar un conflicto, pero en realidad sirve para fortalecer el vínculo y hacerlo más auténtico. Por otra parte, en las relaciones madre/hija agresivas y menos sanas, la ruptura puede desencadenar heridas no sanadas en la madre, y provocar que esta arremeta contra su hija o la repudie. Y en muchos casos, desafortunadamente, la única opción de la hija será mantenerse a distancia indefinidamente para conservar su propio bienestar emocional. Así, en vez de ver que es el resultado de tu deseo de crecimiento, la madre puede sentir tu alejamiento/ruptura como una amenaza, un ataque personal y directo hacia ella, un rechazo a quien es ella. Ante esta situación, puede resultar desgarrador constatar que tu deseo de empoderamiento o de crecimiento personal puede hacer que tu madre, ciegamente, te vea como una enemiga.
“No puedo ser feliz si mi madre es infeliz” ¿Has sentido esto alguna vez? Generalmente, esta creencia procede del dolor que te causa ver a tu madre sufrir por sus propias carencias y la compasión que te produce su lucha bajo el peso de las demandas del patriarcado. Sin embargo, cuando sacrificamos nuestra propia felicidad por la de nuestras madres, en realidad impedimos la sanación necesaria que produce llorar la herida en nuestro linaje materno. Esto solo provoca el estancamiento de ambas. Por mucho que lo intentemos, nosotras no podemos sanar a nuestras madres, y no podemos conseguir que nos vean tal como somos. El duelo es lo que trae la sanación. Tenemos que llorar por nosotras y por nuestro linaje materno. Este duelo trae consigo una gran liberación.
Dejar que nuestras madres sean seres individuales nos libera (como hijas) para ser seres individuales. Las creencias patriarcales promueven un nudo inconsciente entre madres e hijas, en el que solo una de ellas puede tener el poder. Es una dinámica de “una de las dos” basada en la escasez que deja a ambas sin poder alguno. Para las madres que han sido especialmente privadas de su poder, sus hijas pueden convertirse en “el alimento” de su identidad atrofiada y en el vertedero de sus problemas. Debemos permitir que nuestras madres recorran su propio camino y dejar de sacrificarnos por ellas.
Tradicionalmente, a las mujeres se nos ha enseñado que es noble cargar con el dolor de los demás; que el cuidado emocional es nuestro deber y que deberíamos sentirnos culpables si nos desviamos de esta función. En este contexto, la culpa no tiene que ver con la consciencia sino con el control. Este sentimiento de culpa nos mantiene atadas a nuestras madres, nos debilita y hace que ignoremos nuestro poder. Tenemos que darnos cuenta de que no hay ningún motivo real para sentirnos culpables. El rol de cuidadora emocional nunca ha sido un rol genuinamente nuestro, simplemente forma parte de nuestro legado de opresión. Si lo miramos así, dejaremos de consentir que la culpa nos controle.
Abstenernos del cuidado emocional y dejar que la gente aprenda sus propias lecciones es una forma de respetarnos a nosotras mismas y de respetar a los demás. Contrariamente a lo que nos han enseñado, no tenemos que sanar a toda nuestra familia. Sólo tenemos que sanarnos a nosotras mismas. En vez de sentirte culpable por no ser capaz de sanar a tu madre ni a los otros miembros de tu familia, date el permiso de ser inocente. Si lo haces, recuperas tu construcción personal y el poder que te quitó la herida materna. Y en consecuencia, devuelves a tus familiares el poder de seguir su propio camino. Se trata de un gran cambio energético que se da al apropiarnos de nuestro valor y se ha demostrado que podemos conservar nuestro poder a pesar de los llamamientos a entregarlo a los demás.
El precio de transformarnos en auténticas nunca es tan alto como el precio de permanecer en un “yo” falso. Es posible que nuestras madres (y nuestras familias) nos den la espalda cuando nos convirtamos en más auténticas. Podemos sentir hostilidad, rechazo, rabia, y una denigración total. Y puede resultar asombrosa la rapidez con la que nos pueden rechazar o abandonar cuando dejamos de sobre-funcionar y expresamos nuestro auténtico ser. La madre cumple la función de “proveedora de la iniciación” lo que lanza a la hija a vivir su propia vida, pero este rol es solo posible en la medida que la madre haya experimentado o vivido su propia iniciación. Pero los procesos sanos de separación entre madres e hijas están muy boicoteados en la cultura patriarcal.
El problema es que muchas mujeres se pasan la vida entera esperando que su madre las empuje a vivir sus propias vidas, cuando sus madres son simplemente incapaces de hacerlo. Es muy habitual ver cómo se pospone el duelo de la herida materna en mujeres que constantemente regresan al pozo negro de sus madres, buscando un permiso y un amor que ellas simplemente no tienen la capacidad de dar. En vez de completar este duelo, muchas mujeres tienden a culparse, y esto las bloquea. Tenemos que lamentar que nuestras madres no puedan ofrecernos una iniciación que ellas nunca recibieron y embarcarnos conscientemente en nuestra propia iniciación.
Parte de este proceso es aceptar este profundo dolor existencial, para poder iniciarnos en la libertad y la creatividad de nuestras propias vidas. Y al final, este dolor da paso a una compasión genuina y a la gratitud hacia nuestras madres y a las madres de nuestras madres. Es importante ver que, al rechazar las creencias patriarcales que dicen que para ser aceptadas deberíamos permanecer pequeñas, no estamos rechazando a nuestras madres.
Crear un espacio seguro para el anhelo de la madre
Aunque seamos mujeres adultas, añoramos a nuestra madre. Puede ser desgarrador sentir este anhelo y saber que nuestra propia madre no puede satisfacerlo, aunque hizo lo que pudo. Es importante enfrentarse a este hecho y llorarlo. Tu anhelo es sagrado y debe ser honrado. Dejar un espacio para el duelo es una parte importante de ser una buena madre para ti misma. Si no hacemos un duelo sincero de nuestra necesidad insatisfecha de cuidado maternal, inconscientemente interferirá en nuestras relaciones, causando dolor y conflicto.
No se trata de un trabajo de superación personal cualquiera. Sanar la herida de la madre es esencial y fundamental; es un trabajo en profundidad que te transforma interiormente y te libera, como mujer, de cadenas centenarias heredadas de tu linaje materno. Tenemos que desintoxicarnos de los hilos patriarcales en nuestro linaje materno para avanzar en nuestro empoderamiento.
Estamos siendo llamadas a encontrar en lo más profundo de nosotras aquello que no se nos dio. Al reclamar nuestra propia iniciación mediante la sanación de la herida materna, juntas, al unísono, encarnamos cada vez más a la diosa que está dando a luz a un nuevo mundo.
Texto original: “The Rupture of the Mother Line and the Cost of Becoming Real” Traducido por Carlota Franco.