La poeta Sara Bueno publicaba hace unos días un post que decía: cuando dejes de echarle la culpa a la piedra, aprenderás a caminar. ¿Te ves reflejada? Puede que algo que te haya ocurrido siga rondando en tu cabezacomo el primer día y no sabes cómo salir del círculo vicioso en el que te encuentras. Es como si todas las fuerzas que te rodearan te devolvieran a él.
En los casos en los que algo no va bien aparece la sombra temerosa de la culpa y puede hacerlo de dos maneras distintas. Por un lado, con la autoculpa: hacemos recaer en uno mismo la carga de las consecuencias. Por otro lado, al desplazar la responsabilidad hacia afuera: otras personas o el problema en sí mismo.
Aunque vamos a hablar de este último enfoque, es bueno recordar que ninguna de las manifestaciones de la culpa nos permite aprender a caminar y, lo que es igual de importante, avanzar.
Buscar culpables no te ayudará
La vida nunca será tan benévola como nos gustaría que lo fuera: siempre sucederán cosas que nos parezcan injustas, que creemos que no nos merecemos y que no esperábamos. Por ello, resulta natural entender que el sentimiento de culpabilidad aparezca frecuentemente.
De hecho se entiende que, cuando una piedra aparece en nuestro camino, tendamos a maldecir a la piedra que nos impide continuar o a quien la ha colocado ahí. Digamos que es más sencilla la actitud de culpar -que no fácil- que la de mirar más allá para buscar una solución.
Perdemos el tiempo con la autoría de la piedra o la superficie de la misma en lugar de encontrar el método que nos enseñe a apartarla. Es decir, buscar culpables no te ayudará: no va a borrar el daño ya causado y solo presionará aún más la venda de tus ojos.
Focaliza el problema y llega al fondo
Incluso aunque consideraras que hay un culpable de verdad, tampoco eso te enseñaría la senda que debes seguir para no estancarte donde estás. La salida más efectiva para aprender no permanece en la piedra, sino en el cómo ha llegado ahí.
“Lo importante en mi opinión no es echar la culpa de un error de alguien, sino averiguar qué causó el error”
-Akio Morita-
Trata de focalizar lo que te pasa, sé valiente para llegar hasta la raíz de lo que te está haciendo herida y conseguirás saber cómo dejarlo atrás. Eres más fuerte que esa piedra y tu vida tiene el poder de ser mucho más intensa que cualquier obstáculo que pretenda limitarla.
Hay algo detrás que ahora mismo no logras ver porque tienes demasiados monstruos alrededor que te persiguen y te hacen retroceder. Detrás de la acción de culpar hay una verdad que no te atreves a reconocer, pero no tienes otra opción si quieres continuar.
Mientras respires, todavía estás a tiempo
Déjate llover, abre los ojos, suelta las deudas emocionales: mientras respires, todavía estás a tiempo. Esa es solo una piedra más, una experiencia más, una parte del aprendizaje.
Caminar implica caídas, unas con nombres propios y otras sin ellos: a veces caemos porque teníamos que aprender algo y quizá era la única forma de que ocurriera. Es más, no todas las caras de los obstáculos son negativas, sino que también tienen otra que los convierte en buenos maestros.
Lo indispensable es recoger lo que la piedra quiere decirnos y evitar la carga de llevarla por más tiempo, especialmente porque tal desgaste de fuerzas no es necesario. Dicen que cualquier cosa a lo que uno se resiste, persiste, y tú no quieres persistir en un continuo malestar.
“No hay que cargar nuestros pensamientos con el peso de nuestros zapatos”
-André Breton-
En definitiva, nuestros zapatos han vivido mucho y en su suela se marca lo que hemos andado, pero el corazón no tiene espacio para todo: requiere de un filtro que permita el paso a lo que aporta pero que retire aquello que solo ocupa espacio, gasta energía y causa daño.