arturo goicoechea
Al imaginar una percepción se activan las mismas zonas cerebrales que generan dicha percepción en presencia del estímulo apropiado. Al imaginar el sabor de un plato se activan las mismas zonas cerebrales que generan el sabor cuando lo comemos. La diferencia es sólo de grado. La imaginación exige sólo un encendido débil.
Habitualmente el proceso imaginativo se produce dentro de este universo de activaciones neuronales débiles. El cerebro “sabe” que está sólo imaginando, especulando, procesando posibilidades-probabilidades. Repasando el pasado-presente-futuro.
El cerebro especulativo imagina situaciones de relevancia e incertidumbre. Las areas visuales, del lenguaje, de la memoria de posibles sucesos novedosos, de la sensibilidad… pueden activarse para procesar expectativas imaginadas. Normalmente todo queda ahí en especulaciones probabilísticas, teóricas sobre lo que pudiera suceder. Una reducida población de neuronas se basta para sostener el proceso imaginativo.
Las neuronas generan continuamente señales eléctricas. Para ello es necesario mantener un estado de cargas positivas y negativas a uno y otro lado de la membrana. Algo así como mantener las pilas cargadas. El proceso requiere consumo de energía. Habitualmente las neuronas descargan y descargan de forma controlada. No se quedan sin pilas. Están listas para dispararse si es necesario.
Cuando el cerebro procesa el mundo real la actividad neuronal está guiada por lo que realmente está sucediendo. Trabaja sin riesgos de quedarse sin pilas. No hay sobrecargas ni desabastecimientos de energía.
El problema surge cuando el cerebro especula y lo especulado es vivido no friamente como una posibilidad teórica sino emocionalmente como algo que pudiera suceder en ese momento-lugar y circunstancia. La activación neuronal se anima y se supera la capacidad del espacio perineuronal de permitir la generación de señales. Las células de la glia se ven desbordadas para retirar el potasio y glutamato liberados por la actividad excitada de las neuronas en alerta.
En cualquier momento el proceso falla y se inicia una caída de la excitabilidad neuronal en un determinado punto. A partir de ahí se produce una onda de “depresión cortical” que se propaga por la corteza vecina. Si el apagón es en el barrio visual el paciente tendrá un aura visual, si sucede en el lenguaje, una afasia (incapacidad de construir lenguaje correctamente), si en el area sensitiva hormigueos e insensibilidad.
Habitualmente las tiendas tienen productos. Adaptan el abastecimiento a los consumos. El problema es cuando se consolida una expectativa:
– Dicen que va a subir el aceite…
Los ciudadanos acuden a por aceite de forma sincronizada y empieza a haber problemas de abastecimiento que se va extendiendo (en mancha de aceite) por una determinada área. Hasta que no se reponga el aceite habrá problema.
Para los neurólogos la activación excesiva neuronal se produce espontáneamente (o por los socorridos encadenantes) en un cerebro genéticamente hiperexcitable. Para inducir la onda de “depresión cortical propagada” en animales de experimentación hay que hacerles perrerías: abrir un agujero en el cráneo y aplicar potasio, cambiar el pH, estimular mecánicamente o eléctricamente, reducir el flujo arterial…
Homo sapiens (ma non troppo) no necesita hacerse un trépano y estimular sus neuronas. Basta con que el cerebro que procesa especulativamente los estados de relevancia e incertidumbre se pase de rosca y tiña el procesamiento emocionalmente. Las neuronas imaginantes no tienen límite, contención racional y agotan las baterías… Se produce el aura.
Homo sapiens (ma non troppo) es una especie soñadora, especulativa. De ahí proviene su grandeza y su miseria.
La percepción es una alucinación limitada por los sentidos.
En ausencia de una realidad y unos datos sensoriales que limiten lo soñado es necesario el sentido común…
Las propuestas oficiales de los neurólogos no alimentan el sentido común de las neuronas imaginativas sino todo lo contrario: potencian el sinsentido, el alarmismo irracional.
Fuente:
https://arturogoicoechea.com/2010/07/01/aura-e-imaginacion/
Al imaginar una percepción se activan las mismas zonas cerebrales que generan dicha percepción en presencia del estímulo apropiado. Al imaginar el sabor de un plato se activan las mismas zonas cerebrales que generan el sabor cuando lo comemos. La diferencia es sólo de grado. La imaginación exige sólo un encendido débil.
Habitualmente el proceso imaginativo se produce dentro de este universo de activaciones neuronales débiles. El cerebro “sabe” que está sólo imaginando, especulando, procesando posibilidades-probabilidades. Repasando el pasado-presente-futuro.
El cerebro especulativo imagina situaciones de relevancia e incertidumbre. Las areas visuales, del lenguaje, de la memoria de posibles sucesos novedosos, de la sensibilidad… pueden activarse para procesar expectativas imaginadas. Normalmente todo queda ahí en especulaciones probabilísticas, teóricas sobre lo que pudiera suceder. Una reducida población de neuronas se basta para sostener el proceso imaginativo.
Las neuronas generan continuamente señales eléctricas. Para ello es necesario mantener un estado de cargas positivas y negativas a uno y otro lado de la membrana. Algo así como mantener las pilas cargadas. El proceso requiere consumo de energía. Habitualmente las neuronas descargan y descargan de forma controlada. No se quedan sin pilas. Están listas para dispararse si es necesario.
Cuando el cerebro procesa el mundo real la actividad neuronal está guiada por lo que realmente está sucediendo. Trabaja sin riesgos de quedarse sin pilas. No hay sobrecargas ni desabastecimientos de energía.
El problema surge cuando el cerebro especula y lo especulado es vivido no friamente como una posibilidad teórica sino emocionalmente como algo que pudiera suceder en ese momento-lugar y circunstancia. La activación neuronal se anima y se supera la capacidad del espacio perineuronal de permitir la generación de señales. Las células de la glia se ven desbordadas para retirar el potasio y glutamato liberados por la actividad excitada de las neuronas en alerta.
En cualquier momento el proceso falla y se inicia una caída de la excitabilidad neuronal en un determinado punto. A partir de ahí se produce una onda de “depresión cortical” que se propaga por la corteza vecina. Si el apagón es en el barrio visual el paciente tendrá un aura visual, si sucede en el lenguaje, una afasia (incapacidad de construir lenguaje correctamente), si en el area sensitiva hormigueos e insensibilidad.
Habitualmente las tiendas tienen productos. Adaptan el abastecimiento a los consumos. El problema es cuando se consolida una expectativa:
– Dicen que va a subir el aceite…
Los ciudadanos acuden a por aceite de forma sincronizada y empieza a haber problemas de abastecimiento que se va extendiendo (en mancha de aceite) por una determinada área. Hasta que no se reponga el aceite habrá problema.
Para los neurólogos la activación excesiva neuronal se produce espontáneamente (o por los socorridos encadenantes) en un cerebro genéticamente hiperexcitable. Para inducir la onda de “depresión cortical propagada” en animales de experimentación hay que hacerles perrerías: abrir un agujero en el cráneo y aplicar potasio, cambiar el pH, estimular mecánicamente o eléctricamente, reducir el flujo arterial…
Homo sapiens (ma non troppo) no necesita hacerse un trépano y estimular sus neuronas. Basta con que el cerebro que procesa especulativamente los estados de relevancia e incertidumbre se pase de rosca y tiña el procesamiento emocionalmente. Las neuronas imaginantes no tienen límite, contención racional y agotan las baterías… Se produce el aura.
Homo sapiens (ma non troppo) es una especie soñadora, especulativa. De ahí proviene su grandeza y su miseria.
La percepción es una alucinación limitada por los sentidos.
En ausencia de una realidad y unos datos sensoriales que limiten lo soñado es necesario el sentido común…
Las propuestas oficiales de los neurólogos no alimentan el sentido común de las neuronas imaginativas sino todo lo contrario: potencian el sinsentido, el alarmismo irracional.
Fuente:
https://arturogoicoechea.com/2010/07/01/aura-e-imaginacion/
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